Estoy en un saco.
Percibo el olor del campo, el aire fresco y húmedo de la mañana. Noto que hay más gente en la carreta en la que voy, oigo quejidos similares a los míos.
Dejamos de movernos, el sonido de una puerta pesada llega a mi. Soy levantado, el aire de la mañana desaparece el terrible hedor negro vuelve. Vomito.
Me tiran al suelo, Caigo sobre mi hombro, cruje, trato de gritar; mi garganta quemada no lo permite. Me desmayo.
Nos movemos de nuevo, el camino no es largo. La tierra húmeda vuelve, es más fuerte que el olor del bruto que me carga.
Unos goznes metálicos suenan. Otra vez el olor es insoportable, quiero sacarme los ojos, no puedo siquiera mover los brazos. Gimo.
Emiliano
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