El brazo enorme que me carga desaparece. Vértigo.
Caigo de nuevo, por demasiado tiempo, el vacío me recibe.
La oscuridad es eterna, el olor putrefacto es absoluto, más grande que la muerte, me envuelve, me separa de mi.
Llego al suelo, es blando y frío, algunas salientes se clavan en mi, creo que sangro. Ya no importa
El calor del licor de fuego aún me recorre, desaparece rápidamente, el suelo aguado lo absorbe.
Pasa el tiempo, estoy helado, y el aire esta cargado de voces, me llaman.
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